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domingo, octubre 29

De bares, a este lado de la barra

Probablemente sea muy difícil encontrar en los últimos seis meses un cortometraje español más premiado que Madres, una de las obras más reconocibles de Mario Iglesias (Pontevedra, 1962). Con la estela de ese último éxito todavía coleando ha estrenado por fin en Valladolid, en el marco de la Semana Internacional de Cine (Seminci), su ópera prima en el género del largometraje: De bares, producido por Matriuska.
Tanto en Madres como ahora, en su primera película, Iglesias disfruta de su particular modo de hacer cine: un breve tratado de naturalidad que aspira a recoger la realidad cotidiana con humildad y un muy inspirado ojo clínico que no juzga, sino muestra. Ha sido un estilo aplaudido en Valladolid, donde hay quien se ha apresurado por inercia a hablar del ‘dogma’ gallego, y ha cosechado un inicio prometedor con los aplausos de un público, el de los festivales, al que nunca se le ha colgado el cartel de fácil.
De la tierra, de la patria, que dirían algunos, hereda Iglesias su sencillo modo de contar, unos personajes a menudo desconcertados, los reconocibles escenarios de Pontevedra (sus calles, sus plazas: su gente) y el inteligente y bravo chisporroteo instalado alrededor de las barras de los bares, desde Joto, el camarero del rincón que sirve como hilo conductor del filme, hasta los deslumbrantes expertos que filosofan de fútbol (“¿Suárez? ¡Bah! Suárez fue a Barcelona y luego subió a vendimiar a Francia”) y de geofísica (“A ver: ¿a cuánto está la línea del horizonte?”).
Arranca De bares con una chica que cree haber enamorado a un tipo, sigue con un hombre que cree ser invisible y acaba con alguien que cree estar vivo. Son parte de un inmenso mural fotógrafico que decora el bar donde un joven espera la salida de su novia del trabajo. Son rostros que cobran vida para hilar un mosaico de pequeñas historias donde se reúne el drama, el patetismo, el humor y una certeza luminosa: la de que todo presente ha tenido un pasado que merece la pena ser contado.
Sobre esa premisa construye Mario Iglesia su historia de historias: su contemporánea colmena urbana de un siglo que despierta bajo las luces de un amanecer extraño. Los reencuentros con el futuro, como la del hijo (“tiene cara de panadero”) que descubre a una madre inesperada, o con el pasado, como el hombre que repara, tantos años después, que su mujer le destrozó la infancia. Las consecuencias de esos relatos: la certeza de que ya nada volverá a ser como antes. El mármol frío de la verdad bajo los pies desnudos del protagonista (Javier Albalá, dulce enamorado) o la demolición en segundos de un corazón ingenuo (Emma Álvarez León, deliciosa canaria) a manos de un casado al que casi le cuesta caro un sencillo juego de miradas (Nancho Novo, seductor, desconcertado y divertido). El hombre que paraba el reloj del mundo para romper a llorar.
Tiene la expresión artística varios vehículos de lucimiento, pero es el que toca la médula de la normalidad el que frecuentemente remueve el espíritu del espectador, por convertirlo a él en protagonista. Mario Iglesias, que cita a Rosellini, sacerdote del neorrealismo, entre sus influencias, tiene en la atmósfera de la calle, en la clientela de los bares, en las horas cotidianas de sus días y sus noches, el mayor asidero de su cine. Embauca con él al espectador de tal forma que ni siquiera la aparición de efectos especiales despierta en éste el menor rasgo de incredulidad: todo puede estar sucediendo en el bar de enfrente. De bares posee un final hermoso y triste, poderoso, a la altura de esta deslumbrante, prometedora primera película.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

O que queiras. Pero a campaña que lle está a facer La Voz de Galicia apesta.

Unknown dijo...

Joder...
A campaña? que campaña? ¿máis que a calquera pringao que faga pintura de dedos?
Para un tipo con talento, Lulú, joder, que temos cerca, "o que queiras".
Pero claro, mellor ser un "maldito", esquecido, co que poder falar coa túa panda de "enteradill+s", non?
Si hai que recoñecer, pero é habitual no submundo das curtas e o cine, que hai 1-2 pelis cada ano, que se levan todos os premios. PAra unha que tén algo que dicir...
saúdos, escritor

Anónimo dijo...

Puntualizo. Creo que Mario Iglesias é un tipo con moito talento. Moito. E valente. Como toda a xente de Matriuska que está ao seu carón e se empeña en facer cine dende aquí. E vaia por diante que morro de ganas de ver nas carteleiras dos cines 'De bares'. Pero son moi crítica con certos comportamentos dos medios de comunicación. Insisto: a campaña de La Voz de Galicia para que a película non pasase desapercibida no Festival de Cine de Ourense apesta. Cantas entrevistas se lle fixeron a Mario nos últimos anos fóra do cuaderniño de Pontevedra? Cantas levan saído no último mes? Teño amigos que din que o mesmo fixo Telecinco con 'Alatriste', por exemplo. Pero non é exacto. A cobertura informativa da estrea da película foi certamente esaxerada nese caso pero a maior parte da promoción vendeuse como iso: promoción. Isto tivo máis que ver co que fai El País cando saca unha novela potente Alfaguara. Pero en plan máis animal. Que se me alegro do premio a 'De bares' en Ourense? Moito. Oxalá gañe unha chea deles máis. Pero, qué lle queres, sen a 'campaña' (que a houbo, arrebola, que si) sería un recoñecemento máis dóce.

Anónimo dijo...
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