Ya era difícil que en este sagrado fin de semana, con inundaciones en Pontevedra, con un Real Madrid-Barcelona en el Bernabéu y con la última carrera de Alonso en el Mundial de Fórmula Uno, cosechase Anxo Quintana la foto más asombrosa de todas cuantas haya habido en el álbum de las maravillas: la foto de su abrazo a Mas y Pujol en un acto electoral de Convergencia i Unió. La foto de la izquierda nacionalista gallega dejándose pasar sonriente la mano por el lomo por la derecha catalana: la derecha santurrona, burguesa y elitista de toda la vida, que mira primero el apellido y después, sin vergüenza, los puntos del carné del inmigrante: la derecha xenófoba que se ha tirado dos décadas haciendo de la teta de Madrid su programa electoral y tirando del 3% en las comisiones de obra en territorio patrio. ¿Ha padecido Quintana y hemos padecido nosotros 16 años de la derecha de Fraga en Galicia para ir corriendo ahora a Cataluña a defender los 23 años de la derecha de Pujol? ¿Le fue tan bien al BNG aquella divertida aventura de Galeusca en las elecciones europeas, cuando se fueron a Bruselas el vasco y el catalán, y el gallego se quedó despidiéndolos en el aeropuerto? ¿Cuál es el problema de esa foto, el problema de esa sonrisa ‘quintanista’ flotando en éxtasis? No es la contradicción luminosa, sino la pureza de los actos de Quintana y el mensaje que quiere trasladar, no a Cataluña, donde ya es evidente que él es uno más del Territorio Champions que se ha montado Mas junto a Ibarretxe, sino a Galicia: precisamente donde votan a Quintana. Donde le votan, fíjate, los que votarían a Esquerra o Iniciativa en Cataluña o a Eusko Alkartasuna, Aralar o, válgame Dios, Batasuna en el País Vasco. ¿Basa ya el BNG toda su política en el nacionalismo puro y duro, de bandera, himno y nación como prioridades sagradas para llegar a la Tierra Prometida, o hay sitio, aunque apretado, para las políticas sociales, para las políticas progresistas que interesan, a veces, al ciudadano: para el acceso a la vivienda, para el aumento del salario mínimo, la solidaridad con los más desfavorecidos y (¡me lleven mil demonios!) el mestizaje y la integración del inmigrante. Si es así, si el BNG sigue siendo una formación política de izquierdas, nacionalista y laica, si hay razones poderosas que todos entendemos y todos apoyamos en su momento para que Miguel Anxo Fernández Lores, el alcalde de Pontevedra, no se preste a procesiones, peregrinas y reinitas de las fiestas, entonces se nos debería explicar, a los votantes y a los no votantes, por qué en el espectro político catalán se posiciona Quintana junto a Mas, que exigía a sus funcionarios, cuando mandaba, que les resumieran cuatro libros para decir en televisión el día 23 de abril que se los había leído. ¿Cuáles son los puntos coincidentes entre Mas, el delfín de Pujol de perfil burócrata que quiere ahora extender credibilidad bajo la guillotina de su sonrisa, y Quintana? ¿Acaso esa medida humillante que sólo resiste comparación con la de algún partido ultraderechista de España: el carné de puntos del inmigrante, donde el extranjero se ve obligado a demostrar su grado de catalanidad para acceder a las prestaciones sociales? ¿Si no se logran los puntos suficientes, se les pondrá un brazalete para que no se cuelen en los hospitales? ¿Comparte Quintana esta barbaridad fascista: [los inmigrantes] que “vengan de forma ordenada mediante la contratación en origen” y que hagan “un esfuerzo real de integración que se pueda evaluar” tendrán “alguna ventaja, no un castigo”, que dijo Mas en campaña? ¿Sostendrá alguna vez el BNG, la izquierda nacionalista gallega, al Gobierno de la derecha española en Madrid como lo sostuvo generosamente CiU y PNV? Sería bueno, sería maravilloso explicarlo.
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2 comentarios:
Izquierda nacionalista galega? Pero onde te quedaches, Manuel
Oi!
A minha família tem o sobrenome Jabois, gostaria de saber se temos algum parentesco.
Somos do Brasil.
Eu achei você na internet.
Visite o meu site e deixe o seu e-mail para podermos nos comunicar.
Gracias :)
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