Hace algunos años un reportaje periodístico sugería el retrato de un gallego de pura raza ajustándose a ciertos patrones genéticos cálidamente comunes en Galicia. Nos salió un pelirrojo de mejillas espléndidas, ojos claros y finas pecas que guardaba un vago parecido con Rick Astley. Y ahora un estudio ahonda en la figura del español medio: mide 1,76, carga michelines y no es tan peludo. Se ha dicho que por fin estamos a la altura de Europa: en su sentido más estricto. Aquel lejano mito del español cascarrabias, híbrido entre López Vázquez, Franco y Alfredo Landa, se disuelve entre la bruma de la modernidad. Somos más altos, más gordos y menos velludos: ya no se nos enrosca la medallita de oro con la hojarasca del pecho. Los expertos han avisado de que hemos tocado techo, y una antropóloga va más lejos: somos más guapos. Las noticias son espléndidas, pero estos días presenta Sánchez Dragó un libro en el que pone a caer de un burro a España. Uno de los misterios más apasionantes del último medio siglo es saber qué carallo hace Dragó aquí. Claro que también los jugadores del Pontevedra salen de copas cuando no deben precisamente en Pontevedra: en Vigo no los conoce ni Dios. Por eso no se va Dragó de España, y por eso tampoco se quiere ir Clemente a Irán: desea entrenar a la selección persa desde Vizcaya, en monumental homenaje a la Alianza de Civilizaciones. Mejor así. Ahora que el viento es favorable tampoco vamos a exportar a Oriente a un español bajito y cabreado que vota al PNV. Si se trata de hacer Historia en Irán y aportar algo nunca visto, que les dirija la selección Moncho Borrajo.
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3 comentarios:
Sr. Jabois: tiene ud. un mensaje secreto en el Círculo.
que les dirija la selección Moncho Borrajo:
Genial, Manuel.
Agradecido, Porto!
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