Me he trasladado! Redireccionando...

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jueves, enero 24

Sueño

Después de todos estos años, ayer por primera vez me desperté a las cuatro de la madrugada y lo primero que hice fue ir apuntando lo soñado: palabras sueltas y frases cortas en el móvil, directamente a un mensaje que acabó en la carpeta de borradores, a la manera de Cervantes. No lo recordé hasta el mediodía, y aún así. Pero fui cogiéndolo todo con los pelos, sin cuidado, hasta traerlo a la mesa. Había sido un sueño tristísimo: una evocación lenta, severa, de una Pontevedra que no existe porque tampoco existo yo, al menos ese yo.

Salgo del portal de Salvador Moreno con un amigo: somos niños. Como en tantos sueños (los he ido recordando casi todos siempre diez segundos antes de evaporarse, e incluso hay lugares y personas que se han ido repitiendo sin sobresaltos, con naturalidad, en una vida paralela) la luz es blanquísima, y apenas nos permite ver. Antes de cruzar la carretera que lleva a Palamios pasamos por la vieja casa de piedra abandonada que había antes de que se levantaran allí los nuevos edificios, y en un cruce nos encontramos con su padre hablando con otra gente. Masticamos marihuana. Llevamos las plantas en la mano mientras subimos hacia la Audiencia. Él habla: “Dice mi padre que esto es lo que nos jodió”. Yo digo: “Salgo por las noches muy mal. No me lo paso bien. A veces me escapo de un bar y me voy para casa solo”. Debemos de tener once años, pero ya hemos vivido. Y antes de entrar en el colegio trato de mirarme en los escaparates, pero me lo impide la luz, y la pena es brutal, porque en realidad tengo once años y no he vivido.

Me despertó la tristeza, en sus formas más puras. Ni siquiera las muertes de todos los queridos, ni esos llantos quejosos y continuos. Cuando abrí los ojos tenía la boca pastosa y seca, de tantos años que llevaba mascando no marihuana, sino chat, la planta etíope que engaña el hambre. Y ni siquiera eso, sino la hierba alta segada en los jardines de Campolongo con la que me llené una noche la boca en otro sueño, hace más de quince años, y de la que no he olvidado aún el olor, tan intenso después de la lluvia.

1 comentario:

iris dijo...

É moito peor despertarse pensando que tiveches un mal soño para darte conta de que inda segues desperto é por desgraza non sempre é culpa do insomnio senon de parte da sociedade que moitas veces en vez de ir cara adiante e avanzar retrocedemos de forma brutal, pero soños soños son inda que cargados de realidades inconscientes.

Saúdos e sigue soñando.