Uno de las noticias más conmovedoras que puede deparar 2008 es la victoria del PP: su triunfal llegada a La Moncloa entre cornetas, aplausos y pañuelos al viento arrastrados por muchedumbres bañadas en incienso clamando venganza y pasión y victoria. El espectáculo se ganará mi voto, y seremos unos cuantos: mi juventud se apaga, y las pocas emociones fuertes que me quedan necesito vivirlas con exagerada intensidad. Para irme complaciendo, Mariano Rajoy prometió ayer la creación del Ministerio de la Familia. Y aún mejor: lo hará para defenderla. La noticia es un salto cualitativo poderoso: el PP hizo oposición desde la imaginación, sembrando entre la población una ficción digna de Berlanga, y se propone seguir el modelo en el Gobierno. Si Zapatero tiene a Petit (y en sus mejores días, a Suso de Toro) Rajoy apuesta por los guionistas de 7 vidas: otra manera de entender España. Ítem más: si Sarkozy ha levantado, entre las felices humedades de su divorcio, el Ministerio de Inmigración, por qué no va a poder Rajoy implantar el de la Familia, sobre todo ahora que Rato, alejado del PP, disfruta a su católica manera de las bondades de la laxa moral que han traído a la democracia las veleidades progresistas. Tengo en duda que vaya Mariano Rajoy a defender a la familia mejor que cualquier Corleone (no cuenta con la misma variedad de ofertas), pero su concepto se asemeja: un núcleo fuerte formado por un matrimonio heterosexual que se haga acompañar de entre dos y tres niños vagamente felices. Eso es algo que en España necesita protección, tanta o más que el lince, porque ese concepto de familia está mal visto, cuando no es agredido directamente en la calle: yo he visto a familias saliendo apedreadas de restaurantes cuando se ha descubierto su oscura filiación. La prioridad nacional es conservar las más puras esencias: es urgente que en España siga habiendo padres, madres e hijos. Rajoy, que conserva una de las pocas familias tradicionales que ya quedan por Doñana, lo sabe, y se propone defender la institución a través de un Ministerio. O sea, que Álvarez Cascos vuelve a la política, y por la puerta grande.
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4 comentarios:
Yo que, aunque un poco descarriado, tengo pareja heterosexual y dos niños (un número exiguo, lo sé, pero algo es algo), ya me froto las manos cual lince ibérico pensando en las prebendas y en el rabia rabiña que os voy a cantar a todos los que no sois decentes como yo... ¡Estoy más contento!
A min ensinaronme que a FAMILIA non solo era a túa parentela senón que ia máis ala, que era o respeto polos seus integrantes e pola sua individualidade, o respeto das liberdades de cada un, o dar cariño sin recibir nada, o estar cando se necesita, o non enganar os seus membros con falsas apariencias.
E agora atopome con alguén que intenta representarnos facendo alarde da Familia e defendo as súas ideas porque é de Pontevedra é os galegos somos asi.
Alguén que se casa por apariencia, alguén que mira máis o que diran, alguen que prefire ocultar a súa verdadeira personalidade tan solo por cobrar dunhas siglas. ¿Alguén asi pode ser exemplo de algo?
Ou é que se base en que como os amantes o perdoan todo e comprenden porque hai que renunciar a unha vida relaxada, a un nivel social, a ter poder e inclusive a deixarse fotografiar no XLSemanal coa familia.
Máis que un ministerio de Familia crearía un ministerio de HIPOCRESIA
Dios mío, no sabía nada, que ando muy desinformado últimamente, pero me parece alucinante; el no va más de la esquizofrenia...
Ese hombre cada día da más miedo...
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