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miércoles, marzo 4

Te quiero / yo tampoco



Dos siglos después de la toma de la Bastilla Serge Gainsbourg (L´Homme à la Tete de Chou: El Hombre con la Cabeza de Nabo) y Jane Birkin asaltaron la buena sociedad parisina con Je t´aime... moi non plus, una canción sembrada de alcohol, susurros y jadeos que acaba como acabará el mundo: con un orgasmo implacable. Él tenía 41 años y ella 23: fueron censurados por la BBC y el Vaticano, por orden riguroso de importancia. La canción desafió voluntades y agrietó templanzas en parte porque Serge Gainsbourg fue uno de los grandes personajes del siglo pasado, un hombre tórrido y feo que vengó su desolada infancia paseando por su cama a las mujeres más bellas de Francia en un plantel que iba desde Brigitte Bardot a Vanessa Paradis o Isabelle Adjani.

Cuando llegó Jane Birkin a Francia Gainsbourg había dejado a Bardot y ella la reemplazó en la cama y en el estudio: grabaron los dos un disco que transpira sudor y escándalo, y fueron tan felices que se recoge un álbum familiar en el vídeo de Je t´aime conquistando góndolas y palomas mientras se pasea limpio por sus sonrisas enceradas el endiablado marchamo de la provocación. «Yo nunca he dejado de ser un niño tímido y secreto, lo cual implica candor, inocencia, insumisión y salvajismo», dejó dicho Gainsbourg. «Todo el mundo en París recuerda el día en que murió. Fue como un shock porque él siempre estaba allí haciendo una locura. Era un punk, un poeta, parte de nuestras vidas», dijeron a su muerte.

Maldito y misántropo, le presentaron a Whitney Houston en directo en un plató y tuvo a bien saludarla al modo Gainsbourg: «Quiero follar contigo». De su madurez sobrevivió un físico exótico de orejas prominentes y voz agónica que raspaba junto al micrófono, acercándola al oído de las muchachas en flor en un inquieto jadeo que devenía en strip tease. Pasados los setenta sobrevino su ajustada decadencia, su esplendor de final de era entre el tintineo de los hielos en el vaso y las noches inabarcables con la barba a medio afeitar.

Je t´aime instauró un nuevo régimen en Francia sólo un año después de Mayo del 68. Aquella electricidad pasó por los suelos empedrados bajo los que se ocultaba la playa y su imagen icónica representaba una lujuria elegante de la que nadie se resistía a abominar. Apestados y felices en el juego mordaz de la bella y la bestia, Gainsbourg le quitó leyenda a la canción asegurando que no habían llegado a hacer el amor en el estudio: «Si lo hubiéramos hecho no habría salido un single de cuatro minutos, sino todo un elepé».

3 comentarios:

Alejandro Macías dijo...

Gainsbourg era genial, incluso con todos sus excesos o quizás precisamente por ellos. Su carrera está llena de contradicciones y es posible que ahí radique parte de su genio: en su versatilidad.
Su última boutade pública fue cuando le dijo a Withnney Houston en un programa en directo que se la quería beneficiar. Creo que la cantante no se enteró muy bien de qué iba el rollo.
Alejandro

Dinintel dijo...

Quizás me equivoque, pero de un tiempo a esta parte noto influencias externas en tus gustos musicales, sólo falta ya que te descuelgues ponderando a Suede...

Por supuesto, Gainsbourg es el mejor.

M. dijo...

Jajaja, yo creo que la evolución ha sido más sórdida: ella ha ido dejando un poco la música y yo me he ido quedando con seis o siete canciones que chuperreteo con la misma fruición sexual que los huesos del churrasco :)