lunes, marzo 2
Reflexión
domingo, marzo 1
Un home é un home
viernes, febrero 27
¿Es un pájaro? ¿Es un avión?
Se expuso entonces Touriño a algo siniestro: los ‘camachos’, que es como se conoce en el Reino Unido al cerquillo de sudor, tan humano, que le sale a uno en el sobaco. «Peligro en La Condomina», se decían los asesores por el pinganillo. Pero Touriño ya estaba a otra cosa. Se puso el traje de O Presidente, que es mucho traje de Dios, y avisó a la fraguiana manera: «Que ninguén quede na casa». Recordó su barrio, y alguien de allí lo saludó y Touriño, que andaba metido en el discurso, le contestó muy personalmente: «¡Gracias A Eiriña!». La fiesta fue plena y el público lanzó fervorosos «Touriño presidente» que hizo del escenario una caldera. Todo muy pontevedrés, además, porque el candidato lo quiso así: «Esto non é a finca de fin de semana de Rajoy. Aquí non basta con vir aos touros e ao Liceo a fumar un puro» (...)".
La otra mirada del mitin del PSOE en Pontevedra, aquí entera
Lazkao
Ernst Jünger, citado estupendamente por José Antonio Montano
El factor humano
jueves, febrero 26
365 días para ser (¡aún!) más culto
miércoles, febrero 25
Una paliza para los restos
En el PP estas cosas no pasan porque desde hace tiempo que Mariano Rajoy no pasea por la Alameda en pantalón corto de la mano de mamá. Entonces era un niño: tenía veintipocos. Los años le han ido dejando costuras de guerrero callejero y el lenguaje le está pillando un hervor interesante que habrá que tener en cuenta para el futuro, porque con alguien así en La Moncloa se va uno tan tranquilo para cama que si llaman a las seis de la mañana no se sabe si es el lechero o la mara salvatrucha. Dijo en Redondela, tierra de fama, que el PP le va a dar a PSOE y BNG "una paliza de la que se van a acordar el resto de sus días". No enseñó los anillazos gordos de oro por el qué dirán, pero el público sabía que los llevaba puestos y no era cosa ni de preguntarlo ni de acercarse.
Quintana también hizo campaña: en la Torre de Hércules. Un periódico digital que yo creía fundado por Ansón (los periódicos en general los funda Ansón, luego caminan por ahí como pollos sin cabeza) lo retrató con Jacinto Rey en el yate del empresario pontevedrés. La foto es un primor: sale el líder nacionalista como echado en cubierta empapado en dolce far niente. Claro que lo mismo es de 1997, pero quizás para eso el periódico es digital y para eso yo también había creído que lo fundó Anson. La cosa era dejar constancia de que el nacionalismo se sube a los yates de Sanxenxo, como si Jacinto Rey fuese del PP de toda la vida o Quintana, por ser quien es, tuviera que relajarse en patera.
martes, febrero 24
Nadie sabe lo buenos que somos
Años después, en las últimas municipales, este periodista entrevistó a Miguel Anxo Fernández Lores. En un aparte, ya fuera de plano, Lores bajó la voz e hizo una feroz autocrítica: «Aquí moita xente parece que non sabe todo o que fixemos nós nestes anos. Hai xente que agora ten vinte anos e que tiña doce cando nós chegamos. O que nos falta é explicar ben como estaba Pontevedra e como está agora, e todo o que fixemos pola cidade». El argumento tenía defensa porque el BNG a Pontevedra le dio la vuelta como a un calcetín y la convirtió en otra cosa. Que eso pasase inadvertido para los ciudadanos hubiera sido válido si cuatro años antes el BNG no lograse, por primera vez en la historia, la victoria ante el PP. O sea que Pontevedra sabía muy bien lo que el BNG había hecho por ella. Pero ahora las encuestas dejaban maltrechos a los nacionalistas, y la culpa ya era de la poca propaganda o de los niños, que habían crecido sin perspicacia.
Ayer fue el día elegido por Touriño para hacer autocrítica. Las encuestas dejan como estaba al PSOE y algunas incluso ponen en el alambre la mayoría con el BNG. Pudo haber hablado Touriño de muchas cosas. Pero dijo que se hizo mucha política ilustrada y no se estuvo demasiado en la calle. «Tal vez la gestión nos absorbió demasiado», comentó. «Los grandes cambios y transformaciones necesitan un periodo de asimilación para la sociedad y hay que trabajar para explicar el cambio histórico realizado», dijo. «Pudimos debatir con más sectores, hacer más trabajo de explicación», aseguró. Cuando el poder hace este tipo de autocrítica dirigida a su poca expansión teórica, y es una autocrítica que viene haciendo además con cierta generosidad, lo que realmente quiere decir es algo muy sencillo: «La gente es gilipollas».
lunes, febrero 23
Naufraxio
sábado, febrero 21
Las siete ubres gallegas
Lores está haciendo la campaña sobre un bastón y ayer, en Marín, apareció Méndez Ferrín, que se deja las lesiones en casa. Ferrín es candidato a la Presidencia de la Xunta y al Nobel de Literatura. A la primera se postula y al segundo anda sonando. Hace poco recibió el homenaje unánime de la cultura gallega y ayer recibió el calor de 50 compañeros del Frente Popular Galego. Las proporciones se lo ponen fácil a Ferrín, que no desiste y a ratos hasta se entrega. Dijo varias cosas, entre ellas por qué los marineros embarcados y los emigrantes gallegos que se ganan la vida en el País Vasco y Cataluña no pueden votar, y sí los tataranietos cubanos o hasta «Facundo IV de Venezuela». Pidió entonces, porque el razonamiento se lo pedía a gritos, que votase Fidel Castro, ilustre vecino de Láncara. Pero Ferrín sabe tan bien como yo que de votar Fidel votaría a Fraga, y Fraga aún es viejo para presentarse.
Hace años, en un mitin, José Crespo anunció un censo de vacas en Lalín. El compromiso del PP con las vacas es ilusionante. En las últimas elecciones generales Alberto Núñez Feijóo lanzó un mensaje apocalíptico: «La vaca es un animal interesante». La frase inauguró un tiempo. Ayer Feijóo, consciente de la gravedad del destino, dio un paso más allá. En la visita a una explotación ganadera de Rois le preguntó al dueño de la granja por qué todas las vacas tenían nombre de mujer. No era un chiste. Era una duda alimentada con el paso de los años que probablemente no le dejó dormir durante noches y decidió desempolvarla allí, en el campo, a tumba abierta. El ganadero fue implacable: «Non lles vou chamar Xulián». Feijóo siempre ha presumido de estar arraigado al rural y públicamente ha dicho que su primer amor era una niña lechera con la que recorría la aldea para hacer el reparto. En su momento dijo uno que ya sabíamos que cuando la gente corría delante de las lecheras Feijóo coría detrás, pero una vez visto el panorama vaya usted a saber si la leche la ordeñaba de las ubres del buey o la lechera directamente se llamaba Xulián.
jueves, febrero 19
Los mal vestidos
En Allariz estuvo estos días José Luis Baltar, el hombre que en las romerías de Fraga tocaba el trombón. De Baltar no hay una sola campaña en las que uno no cuente cómo pateaba por las aldeas agitando un recorte del periódico que le acusaba de haber enchufado en su Deputación a un millón de personas, y gritaba: «Mirade como eu me preocupo polos meus!». En su acto electoral aún superó aquella estratosférica leyenda. Aprovechó Allariz para lanzar el mensaje electoral del día: los nacionalistas son «vendidos, sectarios, jíbaros, caciques y mal vestidos». Baltar es uno de esos políticos a los que, como Fraga, el periodismo echará de menos. De hecho, al periodismo no lo matará internet, como se insinúa, sino la caída de sus fetiches.
El textil del nacionalismo no gusta a Baltar, que no tiene templado el discurso. Hace muchos años, tantos como nueve, Francisco Cacharro le concedió a este periodista una entrevista para El Progreso. Fue por telefonillo desde su piso de veraneo en A Toxa. Entrevista seria, quiere decirse, sobre un tema de actualidad, no como las que se suelen hacer por telefonillo en los programas del corazón del tipo «¿pero sales con él sí o no?». No: allí estábamos Cacharro y yo hablando de la batalla de poder en el PP en Lugo. Alguien pasó por allí, escuchó un minuto el discurso y me dijo: «¿Prefiere que le abra yo?».
A Rajoy podrían darle ellos mucha grima y lo que se quiera, que por algo pasó un congreso del PP en el gallinero, pero esas historias es conveniente recordarlas porque de eso vamos viviendo los periodistas. Hoy pocos llaman «jíbaros y mal vestidos» a nadie y si le vas con la grabadora a alguien que está de veraneo lo mismo te ponen un té y unas pastas y sacan a la mujer al balcón para que no moleste. No tanto por cortesía como por pudor, que es el material del que se está haciendo, será por moda, la política.
miércoles, febrero 18
La campaña entrevistada
Sobre la democracia, muy lejos de Galicia, casi tan lejos como Cuba, habló ayer Cayo Lara en El País. Izquierda Unida es hoy en Galicia un tentempié. Bien mirado, es algo escandaloso, pero ya hay poco que hacerle. Lara hace campaña a su modo defendiendo la dictadura cubana, aunque la palabra no la dijo por pudor. El entrevistador no se anduvo por las ramas y le preguntó si el progreso en Cuba pasaba por elecciones. La respuesta de Cayo Lara fue espectacular: «Ellos tienen elecciones, sólo que con partido único». Yo estas cosas las despacho plagiando a un amigo: llevo asediando esa frase desde todos los ángulos posibles y mi conclusión es que sólo la ha podido decir un tonto perfecto.
Hay quien prefiere hacer campaña así y hay quien decide, de pronto, bajarse del coche oficial y ponerse a andar. Así Touriño, que tuvo ayer de rodillas a la prensa en la Herrería. No hay metáfora: tantos éramos allí que algunos, los de delante, optaron por la genuflexión. Hablando de la genuflexión y sin que venga mucho a cuento, en una entrevista al doctor Pedro Guillén en las páginas de Marca del domingo se declaró experto de la ‘genufonía’, algo así como cuando la rodilla te habla. No hablaron las rodillas en la comitiva socialista, pero uno está a todo y detectó candela: «Está muy bien, Caride, muy bien». También sus rodillas, o sea.
Guapos en realidad venimos siendo todos. Xulio Barreiro, por ejemplo, del BNG de Poio, contó en una entrevista al Diario su éxito: «Podo pasar un día enteiro sen comer e sen pensar na comida». Uno puede pasarse un día entero sin comer por muchas razones, pero ya no pensar en la comida es vicio. Y tampoco es que Barreiro tenga una cara afilada y una tableta por ahí abajo, o no parece, vamos, que tampoco es que tenga uno mucho interés en saberlo.
La última la dijo Fraga ayer en otra entrevista, ésta en El País. Dos momentos sublimes: «La política es complicada aunque a mí no me asusta, mientras seamos los más serios quienes digamos la última palabra» y sobre Pablo Crespo, el ex número tres detenido en el ‘cocidogate’ madrileño: «Tuvo más relación con el señor Cuiña, que en paz descanse». Cuando se pone torero Fraga es invencible.
martes, febrero 17
Tipos con enjundia
Ayer vino Zapatero a Coruña. Sus visitas al norte son distintas desde que Vázquez pasea endomingado por el Vaticano. Católico hasta catolicón, y hombre sin tacha y complejos en cuestiones tan poéticas como la patria y su defensa, a Vázquez le buscó Zapatero un juguete en Roma y allá fue el eterno alcalde sin chistar. Hubo sensacional baño de masas para El Presidente y O Presidente, y anduvieron los dos echando sonrisas. A Zapatero, que tiene a sus asesores más conspicuos preocupados por su cabellera (no hubo en democracia moderna un presidente del Gobierno calvo, y no lo va a haber en la Historia, no me pregunten por qué), le están saliendo unas canas divertidísimas desde que el país entró en recesión. Bien cierto es que el poder desgasta y envejece, pero a Zapatero esta legislatura lo va a dejar sentado en un tresillo con pantuflas de cuadros escoceses y una manta sobre las rodillas, rodeado de nietos o de gatos, que cada cual tiene derecho a elegir su último esplendor en la hierba.
Hizo ayer buen tiempo, era domingo y los candidatos vinieron a Sanxenxo a dar mítines. Estuvo Táboas y también Feijóo, sin mezclarse. Si coincidieron paseando por Silgar a la hora del vermú se desconoce. Ustedes saben que Sanxenxo se pone muy bonita los domingos de invierno cuando sale el sol y se llena de carritos de bebé y de parejas apasteladas y alguien, en algún momento, come un gofre. Sabina cantaba por cosas así «yo no quiero un domingo por la tarde» y Vallejo fue más allá: «Hoy es domingo y esto tiene muchos siglos». Se conoce que andaban de buen humor. Lástima que no escribiesen discursos.
A estación violenta (IV)
Cesare, sobre A estación violenta
lunes, febrero 16
El curioso caso de Fraga Iribarne

Tuve que salir un momento de la plaza de toros a tomar el aire. No me lo podía quitar de la cabeza. Cuando volví al mitin ya no hablaba él, pero me detuve a mirarlo porque además lo tenía prácticamente enfrente. Hablaba con una mujer, se reía y jugueteaba con el bastón, como diciendo: «Lo llevo por vicio».
La pregunta resultó ya inaplazable. ¿Es Manuel Fraga Benjamin Button? ¿Viene Manuel Fraga para atrás? Cuando la oposición se burlaba de él por las fotos de sus carteles electorales y él se reía, ¿estaba pensando lo que estoy pensando yo ahora? La cuestión es fascinante porque además cualquier gallego tiene a Fraga tan incrustado en su vida y tan presente en su memoria que se vería hasta con cierta lógica que ahora regrese, vuelva en el sentido estricto, en el sentido severo de la palabra.
En el mitin estuvo bien: habló un fragués estupendo y no se le entendió una palabra. Luego fue a recogerse entre los suyos en la primera fila. No le quité ojo. Fue una inspección científica en toda regla. Hace una semana lo entrevistó mi amigo Nacho Mirás y le dijo que dar rugidos no resuelve nada, afirmación comprensible en un cazador. En algún momento entrecerró los ojos y pareció dormitar unos segundos, siguiendo el modelo microsiesta que fundaron él y Pujol para desahuciar a sus herederos. Los abrió de repente, y fijó su mirada en mí. Había rejuvenecido dos horas más. Paseó luego la mirada por toda la plaza, puso una mano sobre la otra en el bastón en gesto característico, y se medio sonrió como pensando: «Os vais a cagar».
Políticos y periodistas
Históricamente unas elecciones exageran el contacto entre políticos y periodistas, y a veces la relación es tan severa que al acabar suele haber desembarco en gabinetes. La política es una profesión de riesgo y el periodismo el oficio más antiguo del mundo: la relación es explosiva. Uno de los momentos de mayor placer del periodista es observar a su entrevistado quitarse la chaqueta, subirse las mangas de la camisa y encender un cigarro. La comodidad es un lujo en la entrevista porque el candidato se relaja y llega el abrevadero de los titulares. Es tal el placer de ambos, entrevistador y entrevistado, que nadie repara en que el jefe de prensa ha apagado la grabadora hace cinco minutos, y que el cigarro que allí se fuma es sólo el cigarrito del después.
Uno podría haber reunido material para publicar dos libros pero tuvo el suficiente valor de no anotar nada y dejar morir las anécdotas en el olvido, que es lo único que hoy en día te asegura un futuro. Hay desde quien invitó a tomar una copa en el coche oficial a un club de carretera hasta quien ofreció las llaves de un apartamento para uso indiscriminado. Es campechanía que uno ve bien, porque allá cada cual con sus vicios y el periodista escribe pero no juzga, que para juzgar hay que sacar unas oposiciones gordas. Mejor eso que recibir una llamada para aconsejarte que titules por aquí o por allá, y que después de tomar nota por estricta cortesía te pregunte: «¿Lo has puesto ya sobre la maqueta? ¿Te cabe en la caja?».
Uno siempre dice para sus adentros: «En la caja cabría mejor otra cosa». Con lo que uno dice para sus adentros también se podrían escribir dos libros, pero entonces habría que dedicarse full time o non stop. Unas amigas mías, cuando están fluorescentes, dicen mucho eso de «hoy estoy de zorra non stop», y he pensado en ponerle ese título a la sección, pero me parece más sugerente el de «por la espalda», porque se trata de escribir por detrás lo que uno nunca diría de cara.
domingo, febrero 15
Media verónica
"(...) Núñez Feijóo está en su hora decisiva, y apenas se le nota. Sonríe a la cámara y una mujer ha creado un blog en el que le dice que le ama. Otros con eso ya estaríamos retirados de la vida pública, pero el candidato quiere fiesta. Hace cuatro años quiso conquistar el voto joven con una medida sorprendente: invitar a una copa a la chavalada. Esta vez evita los excesos y anda prudente y confiado, aunque en la Comunidad de Madrid le están diseñando una campaña preciosa. La gente ya le llama Alberto, que no tiene el mismo efecto que Felipe, pero ya es un inicio. Pontevedra le dio ayer lustre para un mes, porque la gente iba y venía por los pasillos de la plaza tratando de ponerse de puntillas para cheirar algo de lo que se cocía, tanto era el abarrote. Le pidieron que botase, y botó. Le echaron besos por el aire, y los devolvió. Dijo estar agradecido, a la ‘rosendiana’ manera, y Rajoy lo presentó como el futuro presidente de la Xunta de Galicia, pero bien es verdad que Rajoy presenta siempre así a la gente".
La otra mirada del mitin del PP en Pontevedra, aquí entera.
Lusco
viernes, febrero 13
Barack Quintana

miércoles, febrero 11
El idioma bilingüe
El Mundo, bilingüismo extremo
martes, febrero 10
No va a haber farolas para todos
lunes, febrero 9
A estación violenta (III)
Conde-Duque, escribiendo y cómo de A estación violenta
sábado, febrero 7
A un lado
Historial de un libro, Luis Cernuda
viernes, febrero 6
Cuando fuimos los mejores
La historia es muy larga y empieza con un encargo: el que me dio mi periódico para ir, hace ocho años, a O Barco de Valdeorras a cubrir la gala de todos los grandes potentados del mundo del puticlú en España. Teníamos cena y cama pagada, y allí nos encontramos con la puesta en escena habitual. Todo el mundo ha ido alguna vez a una gala de empresarios de locales de alterne. Mesas redondas en un salón, tipos gordos fumando muchos puros y viejas estiradas vestidas discretamente, como si el negocio no fuera con ellas.
Lo que sucedió después fue escandaloso. Se nos presentó en la mesa como dueños de algún lupanar gallego y ni siquiera hicimos el esfuerzo de desmentirlo. Se nos hizo rápido el vacío. Teníamos 22 años y a esa edad aquellos prohombres aún dejaban los billetes sobre la mesilla. Nosotros éramos el Larry Page y Sergey Brin del puticlú, y a las promesas no se les perdona el éxito. En aquella situación sólo quedaba una salida digna: agarrar cada uno una botella y vaciarla lo antes posible.
Una ‘madame’ de un prostíbulo de mucha candela en Ibiza, animada por no se sabe qué, comenzó a darnos charla. Era como una Gunilla pasada por la termomix. «Mis chicas», decía con el pitillo colgado de los labios, «saben idiomas». «Las nuestras», dijimos, «tienen en su cuarto una báscula sobre una trampilla, y las que pasen de sesenta caen al foso». Ya íbamos curdas cuando una mujer en tanga salió a bailar, recorrió las mesas y me cogió de la mano para subirme al escenario a fingir guarradas. Aún escucho el eco ridículo de los aplausos.
Luego se entregó el premio al mejor empresario del año, que recogió un valenciano muy elegante. Y empezó la fiesta. Un señor bigotón y regordete, de unos cincuenta años, dejaba caer cocaína en una uña larga que tenía y picoteaba directamente, como un jilguero: cuando le dio la neura, juntó a algunos amigotes y decidió que la barra era un escenario fabuloso para hacer allí sus cosas. Otros bailaban y los más bebíamos. Hubo momentos en los que nuestro club tenía sesenta mujeres y otros, si no encontrábamos el whisky, en que sólo trabajaban familiares. Cansados, recogimos el trofeo, tirado en un rincón de la fiesta como ese Goya que robó un crítico de cine, y nos fuimos de allí con la fiesta a otro lado. De mañana, al llegar al hotel, encontramos a chicas corriendo por los pasillos y Esteso en calcetines y abanderado detrás, gozoso y feliz. Qué mundo.
jueves, febrero 5
El fantástico gobierno de Le Laboratoire
Durán es un artista formado en las universidades de Salamanca y Politécnica de Valencia que llegó a Rennes gracias a una beca Erasmus. Allí se encontró con Le Laboratoire, un sistema social erigido sobre una plural idea de arte donde conviven pintores, escultores, artesanos, actores, bailarines, herreros, músicos o técnicos. Naves abandonadas sirven para estudios, talleres de madera, bicicletas o pintura, y allí aparcan camiones y caravanas junto a casas hechas con materiales reciclados. Un prodigio que se sostiene generando ellos mismos sus propios recursos para vivir del arte individual o colectivo.
«Recuperamos la comida de los supermercados. En las basuras de los grandes centros comerciales, por las noches, es increíble lo que se encuentra. Podemos recuperar hasta tres o cuatro contenedores enteros llenos de comida seleccionada: pescado, carne... Es increíble y a veces hasta se te cae la cara de vergüenza de todo lo que aparece allí. Con eso comemos sesenta personas. Cuando Carrefour compró Champions, con una visita a la semana nos llegaba perfectamente. Ahora con la crisis hay que ir tres o cuatro veces, o visitar algunos centros más pequeños».
En Le Laboratoire se suceden historias asombrosas protagonizadas por gente de talento con convicciones profundas. Damià, por ejemplo, es un profesional de las bicicletas que se dedica a arreglarlas. Es el taxista de la comunidad, y su taxi es un ‘rickshaw’, el cochecito tirado por un hombre tan popular en la India. Su sueño es llegar desde Rennes hasta el país asiático en su peculiar taxi y allí donarlo a un indio (...)
El reportaje, aquí completo
Demo
miércoles, febrero 4
Martin Pawley
O labor dos medios de comunicación é esencial á hora de promocionar a produción cultural dun país, aquí e en todas partes. Agora ben, xa sabemos que a cultura é sempre a primeira damnificada na distribución de tempo e espacio nos medios; se un día hai moitas esquelas, o que se elimina é a páxina de cultura, non unha de deportes ou política, poñamos por caso. Dentro dese contexto xeral a situación da cultura galega nos medios é aínda peor: a súa presenza é case testemuñal, deixáselle un oco para manter as formas mais faise con pouca convición e nin sequera quedan cubertas unhas mínimas necesidades informativas. Iso é algo que debería cambiar radicalmente. A xente sempre desconfía das subvencións mais o caso é que son necesarias e útiles. As axudas deben existir para favorecer a aparición de novas obras. Nos últimos anos a aposta da Consellería de Cultura e da Axencia Audiovisual Galega permitiu o nacemento dunha morea de producións audiovisuais e grazas a iso medrou espectacularmente a 'cinediversidade' do país. Algúns traballos que hoxe existen e dos que nos podemos sentir francamente orgullosos serían impensábeis hai apenas cinco anos. O reparto é agora máis variado e transparente; algo se avanzou, mais queda aínda moito por facer.
Ten declarado, se non erro, que non ten crìticos de referencia. Garda algunha opinión da crítica española? E da crítica galega?
Si, é certo que non teño ningún crítico en concreto como referente. Sigo e leo a moitos e moi variados críticos, aos de 'Cahiers...' e aos dos medios xeralistas, e como é lóxico uns parécenme máis valiosos que outros. Tamén hai que entender a cada un no seu contexto, coas súas virtudes e as súas limitacións. Nese sentido interésame igual de pouco o que opine Carlos Boyero sobre Abbas Kiarostami que o que escriba Carlos F. Heredero de Manuel Gutiérrez Aragón, o cal non quita que sinta curiosidade polo que digan calquera deles sobre outros cineastas. O bo xustamente é ler moito para entender as claves que rexen a cada un deles. Non hai moitos galegos a falaren sobre cinema, e os que hai non sempre dispoñen dos espacios e as plataformas axeitadas. Algúns dos textos de 'Cahiers' que considero máis valiosos están asinados por Jaime Pena. Grial Parga escribe cousas moi asisadas en El Progreso, e Ángel Santos en Miradas de cine ou José Manuel Sande na Revista AG, aínda que todos eles son amigos así que para saber o que opinan de certas películas non necesito agardar a ler os seus artigos.
Só falta tempo para que xente como Oliver Laxe o Angel Santos, a quen vostede ten eloxiado, cheguen arriba e convírtanse en cineastas de referencia?
Aínda que Oliver e Ángel non fixeran ningún outro filme o que levan dirixido xa chega para recoñecerlles un enorme talento, nomeadamente os seus dous últimos traballos, 'París #1' e 'O cazador', dúas curtas excepcionais que conectan co mellor cinema que se fai hoxe no mundo. Ángel Santos e Oliver Laxe teñen a aptitude e a actitude idóneas para facer películas que poidan ser aplaudidas fóra. Teño absoluta confianza no seu bo oficio e na súa creatividade e non digo isto motivado polo afecto, pois antes de seren amigos meus xa os admiraba como cineastas. Pasoume o mesmo con Marcos S. Calveiro nun ámbito distinto, o da literatura: eu fun o primeiro en eloxiar a súa mestría en público e a estas alturas é evidente que o tempo me deu a razón. O que me dá mágoa é que non sexamos máis a dicir estas cousas, que non defendamos con máis forza todo o bo que aquí se fai. Deberíamos ser capaces saír ao exterior e dicirlle ao mundo 'non todo o que facemos é xenial, mais hai cousas que si o son e non deberías quedar sen coñecelas'. Os organismos e institucións que terían que facer iso non o están facendo, así que ao final todo queda en mans do 'boca a boca' e o tráfico de DVDs cos amigos que colaboran en festivais ou escriben en revistas.
Cal é a visibilidade do cine galego no exterior? Vostede vén sendo moi crítico con dúas últimas longametraxes que saíron: Pradolongo e Os mortos van á presa.
A visibilidade é aínda moi limitada, mais non pasa nada, hai moito tempo por diante. Pradolongo paréceme un filme de calidade ínfima, mais o problema non é que sexa boa ou mala senón que se fomente a percepción de que é factíbel a produción dun cinema de autoconsumo ou de distribución extremadamente local. Para iso está a televisión, creo eu: o cinema é demasiado caro como para pagalo con só uns miles de espectadores potenciais. Nun país pequeno coma o noso o futuro pasa unicamente por facer produtos que poidan ser entendidos e aprezados máis alá do 'telón de grelos'. O que conta, unha vez máis, é a calidade dos contidos, e iso vale tamén para 'Os mortos...', que quere ser unha comedia popular e nin sequera chega ao nivel dunha mala teleserie con diálogos burdos e grotescos (...)
Aquí, a entrevista enteira.
martes, febrero 3
En la muerte de Atilano, actor
Texto de Mario Iglesias
El cine chico acaba de perder a uno de sus guerrilleros, alguien que había entendido a la perfección un cine que se quiere fundir con la vida para recrearla y contar cosas. Atilano Franco Parada, un hombre cuyo método consistía en colocarse en situación y creerse completamente lo que estaba sucediendo de modo que toda su mente y su cuerpo lo rezumaban por todos los poros. Y ya está, fin del método.
Tenía un amigo, ya fallecido, al que llamaban El Yeti. El nombre venía del apodo de guerra que le había puesto en comisaría la propia policía y que él asumió en cuanto lo conoció. El Yeti era el amo de las tascas de mala muerte, antros, tugurios, noches de calles mojadas bajo farolas macilentas y bajos fondos en general. Acudí a él cuando necesité actores para la historia de la tasca de delincuentes, una de las de la película De bares. El Yeti consiguió unos cuantos personajes que eran del color de las paredes donde se desarrollaba la acción: la tasca El Cisne, especialidad vinos de pasa, galletas revenidas y packs de papel albal, limón y agua mineral, el complemento perfecto para la jornada de un yonki.
Me dejé llevar por la aventura de aquel reclutamiento, librando a la Providencia el pequeño detalle de que lo que allí se simulase suceder debería resultar perfectamente creíble. Pero faltaba el personaje central del drama, el hampón de pulso templado y rostro impasible que llevaría el baile que el esforzado e inocente protagonista debería bailar en la historia. El Yeti me llevó a la Verdura, en plena zona antigua de Pontevedra, y allí me presentó a Atilano. No daba crédito a mi buena fortuna al ver aquel rostro de rasgos duros y gesto de no andarse con coñas. Era perfecto, quedamos directamente para el día del rodaje. Seguía la técnica de que los actores, más si se trataba de actores naturales, no tuvieran guión ninguno antes del momento del rodaje, que llevaríamos acabo planteando las situaciones con sus giros y una improvisación controlada por parte de ellos.
En el set de rodaje (la tasca Ríos), estábamos apenas las personas justas. No tenía ni idea de lo que iba a suceder, sencillamente tiré para adelante y ya iríamos corrigiendo sobre la marcha. Poco había que corregir: de repente se desató delante de mí un torrente interpretativo que me dejó desbordado. Todos habían entrado sin ningún problema en ambiente y situación, pero Atilano, que tenía que llevar la iniciativa, estaba impresionante, era pura naturalidad, toda la fuerza arrolladora de su personalidad estaba intacta jugando al rol del tipo duro que se las hacía pasar al pobre infeliz salido de una galaxia diferente.
En una segunda parte de la historia, Rosa Álvarez hacía de yonki talludita en pleno síndrome de abstinencia que se mete un pico por la vena y queda con tremendo cuelgue en una charla ida con el infeliz en cuestión (personaje estupendamente llevado por Secho Torres). Rosa nunca había interpretado a una yonki y le faltaba información para construir su personaje; para nuestro asombro, Atilano (que ya para entonces se había apuntado a seguir de cerca toda la aventura del rodaje), tuvo a bien ilustrarnos sobre los detalles. Comenzó a sujetarse el cuerpo con unos temblores como de frío, el rostro demudado, convulsiones angustiosas y los ojos tan desencajados que ganas nos dieron de llamar a una ambulancia: delante de nuestros ojos estaba un yonki en lo peor del mono. Acto seguido, sus ojos se entrecerraron y su expresión se desprendió de todo rastro de contacto con el mundo que le rodeaba, las mejillas le pendían fláccidas y las palabras se arrastraban perezosas, como en lo más enajenado de un subidón de heroína. Estábamos pasmados. Rosa Álvarez tomó buena nota e interpretó a una colgada en los dos estados extremos, del mono al subidón, que le valió el Mestre Mateo a la mejor actriz secundaria por un papel de apenas un par de minutos.
A partir de entonces lo tuve claro: siempre que pudiese, trabajaría con Atilano. Y así fue: de cinco largometrajes que hice, en tres actúa Atilano; uno de ellos, Cartas Italianas, como protagonista, e incluso en un cuarto, Relatos, no pude resistirme a que su rostro asomase y, como si de una premonición se tratase, aparece como la foto de un difunto. En todos llevó el personaje más allá de lo que estaba planteado sobre el papel, aportó ideas y creó en el momento del rodaje magníficas interpretaciones que hacían absolutamente creíble la historia.
Nuestra relación, como puede imaginarse, se tornó en una relación de amistad y pude ir conociéndole como persona.
Su pasado fue duro y turbulento, valga la frase novelesca, y repetidos accidentes dieron al traste con lo que él mismo calificaba como una mala vida. Su pierna quedó tan destrozada que tuvo que guardar cama por espacio de años. Es curioso que, pese a lo maltrecho que quedó (su pierna derecha perdió la rótula y varios centímetros, quedando atravesada de por vida por un hierro rígido que la recorría de arriba abajo), mantenía la mente lúcida sobre el beneficio que en el fondo le había reportado y siempre agradecía al cielo el suceso.
Semejante actitud le hacía incombustible a la autocompasión y recorrió toda clase de oficios, desde la pesca de altura al cavado de cunetas, dando en convertirse finalmente en pulpeiro y actor, actividad que le apasionaba y a la que quería dedicarse a tiempo completo. Nunca pidió una pensión de invalidez ni cosa semejante y, aunque era incapaz de doblar la pierna, se las apañaba para conducir un coche normal sin problemas. Era un tipo con un coraje que inspiraba simpatía, porque no consistía en demostrarlo sobre o a costa de nadie, sino en afrontar llanamente las cosas sin culpar a terceros.
Platón decía que el bien y la belleza eran la misma cosa, lo ético y lo estético, y me parece que en el caso de Atilano ese pensamiento se justifica plenamente, porque su actitud ante la vida le confería una fuerza, una energía y una legitimidad en todo lo que hacía que se trasmitía a sus interpretaciones, llenas de fuerza y de verdad. Y el cine que hacemos se basaba en eso, la verdad del personaje; si eso falla, no hay película.
Como director, me siento muy afortunado de haber trabajado con un actor de su talla, Ahora más que nunca veo sus momentos interpretativos, de una carrera truncada en sus comienzos, perlas de inestimable valor.
Pero sobre todo me siento afortunado de haberle conocido como persona y me siento contagiado muy positivamente por su influencia. Es increíble que un rostro tan severo perteneciera a una persona tan afectiva, sociable y amistosa. Me queda mucha pena de todo el buen cine que nos hubiera dado, pero sobre todo de todos los buenos ratos que nunca ya podrán ser y en especial el gran e inevitable vacío que queda a los muchos que le queremos. Un cáncer de hígado fue el responsable. Pero confío muy sinceramente en que nos veremos en la otra vida.
Mario Iglesias (Pontevedra, 1962) es director de cine