35.000 personas salieron a la calle el domingo en Santiago para exigir responsabilidades a la Xunta a causa de la ola de incendios. Fueron cinco mil personas menos de las que se manifestaron en Pontevedra contra la guerra, o sea “la mayor movilización pública de Galicia en quince años”, según Rajoy, que olvidó el ascenso del Sanxenxo a Tercera División y la boda de un primo de Farruquito en O Vao. Pero lo de menos son las cifras, tan pesadas (¡tan numéricas!). Lo que importa es que el fuego, por fin, se ha desplazado del monte a la calle. No deja de ser una buena noticia porque en la calle el calor es metafórico, y las únicas hectáreas que se llevan por delante las metáforas son las hectáreas de la credibilidad: de esa debe andar sobrado el PP cuando se permite el lujo de sacar a Baltar de Ourense y pasearlo junto a Rajoy entre las pancartas. Cuando gobernaba el PP se creía la izquierda que el fraguismo lo empapaba todo, pero realmente lo que le pasaba al país era que estaba baltarizado, anestesiado por el pulpo y el trombón. Tras la caída de Cuiña y de Cacharro, Baltar sobrevive protegido por su propio modus operandi: cientos de autobuses, abuelos desprotegidos y nietos recién licenciados empaquetados para la Deputación. Verlo por las calles de Santiago sin empanada de bacalao en la mano produce la misma nostalgia que contemplar a Alberto Núñez Feijoo sin manguera: y no se pongan ustedes estupendos con la frase. Así dejamos atrás el verano: con el otoño regresan las clases, la caída de la hoja y las manifestaciones del PP. Quien haya permanecido en coma tres años y se haya despertado con semejante calendario de movilizaciones podrá hacerse una idea del ejercicio de coherencia promovido por el PP en el último lustro, con Aznar clamando contra los pancarteros, Fraga diciendo que se trabaja en los despachos y no gritando, y Rajoy diciendo a todos “siseñó, siseñó”. El próximo uno de octubre saldrán los muchachos de Alcazar (¿o Alcaraz?) a las calles de Sevilla a mostrar su digusto con la paz. El PSOE no aprende: en Galicia se queja Touriño de que en una manifestación contra el fuego esperaba del PP una condena a los pirómanos, que es como esperar que en una manifestación contra ETA se condene a los etarras. Aquí, señores, estamos a lo que estamos.
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